A pesar de los ataques de los Tótem de Sangre y los Drógbar algunos rincones de Montealto seguían siendo lugares de paz y descanso, prados verdes y riachuelos llenos de vida, era ahí donde Rikkar y Crisas iban a descansar despues de días de intensas batallas, ambos amaban combatir pero también la tranquilidad. Para Rikkar Montealto era la zona en la que más cómodo se sentía, a pesar de nunca haber estado sus habitantes le recordaba a los tauren de Mulgore, algo que agradecía en contraste a otros sitios como Suramar o Azsuna, fue designado con su batallón a ayudar a los montealto, el aceptó encantado y más aún cuando escuchó que Crisas se dirigiría hacia allí también.
Ambos se conocen desde hace un par de años, coincidieron en la campaña de Pandaria, donde lucharon codo a codo en la Isla del Trueno, incluso llegaron a hacer misiones en Krasarang, durante esa época llegaron a establecer una amistad, ambos vieron que tenían cosas en común y lo pasaban muy bien en combate y el le llegó a coger incluso cariño. Pasaron los años hasta el ataque de la Legión Ardiente donde se volvieron a reencontrar, para Rikkar fue una inmensa alegría, el no se había olvidado de ella y ella tampoco de el.
Ambos habían dejado sus pertenencias en una choza cerca de Tótem del Trueno, ahí es donde pasaban las noches cada vez que coincidían, fue ahí donde se hicieron más cercanos. Durante su estancía habían encontrado varios sitios donde acampar, uno de ellos fué junto a un pequeño río, donde la fauna vivía tranquila y alejada del barullo, una cosa que compartían era tumbarse en la hierba y charlar, charlar durante horas, sobre otros sitios que habían visitado, sobre los loa, sobre técnicas de pelea, pero lo más importante, era el único momento del día donde Rikkar hablaba con plena confianza, ambos habían desarrollado una amistad donde se sentían a gusto el uno con el otro, que podían hablar de lo que sea y sentirse validados, desahogarse mientras observaban el cielo azul, estar tranquilos con ellos mismos y despejar la mente, aconsejarse el uno al otro al igual que consolarse en momentos difíciles.
Rikkar le había preparado una pequeña sorpresa, despues montar un pequeño picnic sacó de su bolsa una almohada, una almohada personalizada donde se podía ver, cosido a mano de forma caricaturesca, la cara de Kimbul y Shirvallah. Rikkar había encontrado un pequeño comercio en Tótem del Trueno donde una joven montealto tejedora, era un pequeño regalo para Crisas despues de tanto tiempo sin verla. Rikkar estaba sonrojado pero muy feliz, recordaba las largas siestas que en la que ambos dormían durante horas y sabía lo mucho que le gustaba dormir rodeada de almohadas.
Ya estaba haciendose de noche y ambos aprovecharon para admirar el cielo lleno de estrellas de Montealto, era precioso, se acostaron en la hierba, ella abrazandolo mientras el le acariciaba con suavidad, el viento de la noche les refrescaba, una suave brisa recorría el paisaje, una noche tranquila, no podían pedir más.