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"Cortado y Pegado" de la revista American News de la Univ. Americana - Abril 2010 - página 23

Los límites de internet por Mario Ferreiro.

El mayor problema actual no es el acceso a la información ni al conocimiento, algo que en verdad se ha universalizado y democratizado de una manera fantástica y mediante internet, sino la capacidad de saber que buscar y cómo hacerlo de un modo más eficaz y seguro. Desde lo mas elemental hasta lo mas complejo, si no se tiene claro que es lo que se esta buscando, lo más probable es que terminemos ahogados en la maraña informativa de la autopista de la información, que privilegia la tontería y el entretenimiento liviano, cuando no directamente la pornografía.

Quizá por eso no se puede renunciar definitivamente al libro ni a la biblioteca, esos motores eternos de la sabiduría universal cuya muerte se ha anunciado tantas veces con escaso éxito. Y mucho menos se podría desdeñar por lo tanto la extraordinaria experiencia cognoscitiva que se transmite mediante el antiquísimo método de una clase magistral brindada por un buen profesor a un grupo de alumnos ávidos de aprendizaje.

De ese desafío que plantea un buen docente tradicional, debe emerger el resto del acto supremo de la adquisición abundante de conocimientos, aprovechando las nuevas tecnologías, y no al revés. De nada servirán los trabajos prácticos cortados y pegados de Wikipedia, Google y otros instrumentos, si es que el individuo no posee la motivación previa fundamental que le guíe en la búsqueda de la información. Por eso internet es, al mismo tiempo, el mayor avance en materia de capacitación, pero también puede convertirse en su mayor obstáculo.

De hecho, no han sido pocos los casos de información no verificada e insuficientemente investigada que trascendieron de una manera catastrófica al plano de la noticia supuestamente confiable, o, lo que es peor: al nivel de tesis académica. Desde la recordada noticia falsa que aseguró un par de años atrás que una kuriyú había tragado a un hombre en el norte del país, hasta la comprobación flagrante de plagios cometidos por altos magistrados locales nada menos que en sus tesis doctorales, hay un largo rosario de horrores en los que el acceso rápido y abundante a un banco de datos inseguro ha terminado por distorsionar totalmente el trabajo intelectual.

No hace mucho, en ocasión de la visita de la Vicepresidencia del Gobierno Español, se cometieron errores garrafales en materia de datos biográficos en la presentación de la misma ante nuestro Parlamento. Cuando se le preguntó al presentador de dónde había sacado tales disparates, el entusiasta locutor no dudó en revelar su fuente: “de internet”. Mientras tanto, hay gente culta e inteligente que sigue creyendo en la veracidad de una carta de despedida de Gabriel García Maŕquez, que el gran escritor colombiano jamás redactó, y la gran mayoría de los internautas cree a pie de juntillas que el cursi poema “Momentos” pertenece a Jorge Luis Borges.

Es cierto que el uso de internet se ha extendido al pago de nuestras cuentas diarias, al control de nuestros gastos cotidianos e incluso a la comunicación familiar y directa con personas diseminadas alrededor del mundo entero. Pero de esa evolución extraordinaria habrá que retornar periódicamente para ejercitar siempre nuestra capacidad de verificar tanta información, a fin de no caer en la trampa siempre acechante del trabajo elaborado sobre premisas falsas. Nada es peor que la ignorancia ilustrada mediante leyendas urbanas.