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autora: ohbany

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Los demonios que describe la biblia son seres tenebrosos, de piel podrida, maldad infinita y a quienes no le tiembla el pulso para matar y destruir. Seres oscuros nacidos de la codicia y el resentimiento de Lucifer en contra de Dios. Los demonios, fueron alguna vez, ángeles del cielo que sucumbieron en los placeres mundanos de la carne. Fueron desterrados del cielo y enviados a pagar en el fuego eterno, conjuntamente con su líder. Jongin había leído mucho de eso en la biblia. Había indagado un poco en Enoc, el libro de la biblia que no fue aprobado en el Canon. Sinceramente, de un ser maligno como ellos, esperaba todo.

Todo lo que no es Kyungsoo, desde luego.

Mira moreno, me estás tapando el sol, se había quejado aquel chico de tez clara que dormía plenamente a las diez de la mañana debajo del árbol de Jongin. Por supuesto, al moreno no le llamó la atención que un intruso se estuviera echando una siesta en su patio, no; sino que el intruso en cuestión parecía la parca misma vistiendo todo de negro en pleno verano.

Jongin había pegado el grito al cielo cuando pilló las enormes y fúnebres alas que se erguían detrás de aquel pequeño chico. Mi Dios del cielo ¿Tú que eres? Había gritado y enseguida presenció el ceño fruncido del contrario, No menciones a ese despreciable ser, querido.

Su nombre era Do Kyungsoo, un demonio que emergió de las mismísimas causes del infierno y que podía maldecir en alto el nombre del Señor pero tranquilamente disfrutar del sol, una creación de este. Y de los baños fríos, y del helado, y de todo absolutamente todo.

Tenía peculiaridades y es que, realmente parecía un enviado de Satanás con toda esa ropa negra y el aura que se echaba encima, pero en realidad era todo sonrisas y comentarios graciosos. Jongin tuvo más curiosidad de aquel que ser, que miedo mismo. Las alas de Kyungsoo, aquella plumas negras, lo único que hacían eran prenderlo en un letargo que lo ponía a pensar y a pensar por minutos y luego era un ceñudo Kyungsoo diciendo algo como ¿Quieres que te haga una playera con las plumas? A modo de juego.

Kyungsoo agotaba los descansos de Jongin entre clases, y entrenamientos de danza y futbol, para contarle acerca del infierno, sip, del infierno.

—Satanás es un dolor en el culo —dijo una vez, lamiéndose una paleta dulce que había comprado Jongin para él—. Cuando no haces lo que pide le da por hacer torturas y esas cosas estúpidas.

—Oh, tortura...

—Sip, y cuando está de buen humor también le da por torturar gente, o sea, es muy bipolar.

Jongin no pensó nunca que la palabra Bipolar y Satanás se fuera a usar alguna vez para conjugar alguna frase. Al parecer Kyungsoo podía.

—Allá abajo siempre es verano sabes, pero a diferencia de tu verano, allá abajo es un verano eterno.

—Oh vaya, debe ser aburrido —comentó Jongin una vez, sin saber qué más responder.

—Sí lo es, es decir, ni siquiera hay piscinas para matar el tiempo, sólo hay lava y lamentos, o sea puaj.

Jongin no sabe en qué parte de Apocalipsis se perdió. Toda la documentación que tenía acerca del Hades parece completamente errónea frente a las historias remotas de Kyungsoo. Él hace ver al infierno como un paseo calurosos lleno de gente que sólo dice Señor perdóname como si este fuera a escucharlos realmente.

El humano incluso llegó a plantearse que estaba un poco loco por ver cosas y demonios donde, posiblemente, no había, pero cuando Sehun, su compañero de danza un día dijo algo como Oye, ¿Tienes novio? ¿Por qué no presentas? supo que Kyungsoo era real como el sonrojo que había aparecido segundos después en sus mejillas.

—Hola, soy el novio de Jongin —se presentó Kyungsoo delante de todo el equipo de futbol. Luhan, el capitán y Minseok el sub capitán le felicitaron.

Jongin era un manojo de nervios porque, sin darse cuenta, Kyungsoo había calado en cada espacio de su vida. Cada día se acostumbraba a su presencia y cuando el demonio no estaba, Jongin no sabía exactamente qué hacer con su tiempo libre, y el tiempo que no tenía libre lo ocupaba pensando en Kyungsoo. Era una odisea.

—Dicen que cuando empiezas a pasar demasiado tiempo con una persona comienzas a ver cualidades interesantes en ella —siseó Kyungsoo una tarde de invierno, cuando la brisa era casi gélida y Jongin tiritaba sólo un poco.

—¿Estás viendo cualidades en mi, Kyungsoo? —preguntó y ocultó la mitad de su rostro tras una inmensa bufanda, sólo para no ser descubierto con la guardia baja.

Esa tarde algo en la sonrisa de Kyungsoo le hizo recordar que no era un humano, que era un demonio y como tal, tenía instintos salvajes y malévolos.

Solo que malévolo no fue la frase que Jongin usó para describir a Kyungsoo, un mes más tarde.

Kyungsoo directamente le preguntó a Jongin qué sentía cuando él estaba cerca y Jongin fue dedos nerviosos y voz estrangulada admitiendo tal vez no estoy muy seguro y que necesito orientación.

Y Kyungsoo le ilustró el caminó y engalanó la palabra “Demonio”

Ni siquiera dio tiempo para pensar cuando Jongin estaba siendo despojado de su ropa y de su aliento. Kyungsoo lo complació a cabalidad y se mostró tal cual era; una bestia sedienta por fenecer a cuanto pecado podía.

Jongin lee los libros mitológicos y religiosos con escepticismo. Por alguna razón, El Diablo ya no es un gigante de cachos rojos y tridente en mano ardiendo en llamas, sino más bien, un adolescente de pelo rubio adicto al drama y a la tortura poca selectiva que prefiere que le llamen Baekhyun,  y sus secuaces nunca más serán una réplica de él, sino caracteres diferentes y para nada apegados al concepto etimológico original.

Demonios no son llamas que abrazan al más impío haciéndolo pagar por sus pecados, sino un cuerpo curvilíneo de un metro sesenta, voz arrolladora, labios apabullante y una sed de placer insaciable, adicto a los veranos y cambiar el curso de lo que ya está escrito.