JustPaste.it
  • autora: ohbany
  • número de palabras: 1.3k

 

Fue insistente y duro. Renuente a declinar. Jongin fue, en mañanas de enero, un enorme ramo de rosas rojas, y un cartel opulento de “Feliz Cumpleaños, Kyungsoo” Fue tardes de tarros helados y pie de plomo frente a la puerta del mayor porque Quería acompañarte un rato. Jongin fue noches de mensajes cándidos, e interminables horas pendiente del teléfono. Esperando.

Jongin esperó en ese enero, donde el frío era imponente, al menos un Gracias; esperó un Hola, pasa mientras el helado entumecía sus dedos; y esperó contestaciones de mensajes que nunca llegaron. Nunca llegó nada.

No entiende, no ha sabido entender, porque su mente y cerebro no procesan la información. Todo el mundo en el que se ha estado aventurado durante tanto tiempo es desconocido para él. Desde pequeño, Jongin ha sido siempre el foco de las miradas. No es para menos, su singular color de piel, su belleza, el talento que corría por sus venas, fuero la llave mágica que le dio paso en cualquier lugar que pisaba. Todas personas le daban al menos dos miradas cuando notaban su presencia. Todos le deseaban, todos le querían, quería una parte de Kim Jongin, sólo para alardear.

Tanto costumbrismo orilló a Jongin a pensar que cada persona necesitaba un pedazo de él. Tantas conquistas pusieron tanto empeño en hacerlo brillar que cuando se topó con la horma de su zapato se sintió desubicado y perdido. Confuso y decepcionado, similar a un niño pequeño al que le dicen que Santa Claus no existe.

Fue un golpe del destino conocer a Kyungsoo, y cuando él lo dice, lo hace completamente literal. Fue un tropiezo en los pasillos bulliciosos de la facultad y luego un ¡Cariño, fíjate por dónde vas! por parte suya que terminó siendo sólo la antesala para la sarta de malos comentarios que se ganó por parte de Kyungsoo.

Por primera vez en su vida, hubo alguien que no titubeó por haberle tropezado; hubo alguien al que no se le coloraron las mejillas por un guiño suyo, hubo alguien con la lengua filosa dispuesto a lanzar tanto vituperio como le fuese posible.

Y básicamente, la ansiedad por conocer más a fondo ese ser, se convirtió en su necesidad. Su fundamento de vida.

Con sus contactos, Jongin averiguó quién era aquella persona. Do Kyungsoo, 23 años, estudiante de la Facultad de Artes Culinarias. Perfecto para él, sabía cocinar.

Jongin se convirtió en un stalker profesional, siguiendo los pasos de Kyungsoo cuando podía, averiguando su número y su casa. Jongin lo sabía todo. Sabía sus hábitos y gustos. Le gustó desde entonces, pero entendió en un segundo encuentro que Kyungsoo no era una pieza fácil de roer.

—Tú, yo, más una salida al aire libre —dijo aquel noviembre frío calando hasta sus huesos.

Fue bastante estúpido sugerir una salida al aire libre, cuando “el aire libre” estaba casi congelado en cada lugar de la ciudad. Jongin lo supo justo en el momento que Kyungsoo frunció el entrecejo, y aunque su boca no musitara palabra alguna, su sola aura irradiaba tanto odio que Jongin echó dos pasos hacia atrás, y luego tres, y luego ya estaba corriendo lejos de la perpetúa presencia oscura de Do Kyungsoo.

Pero Jongin no se rindió, no se rinde nunca en el tiempo actual, tres meses después, cuando la primavera despierta en cada cúpula floral y las nubes se ven pomposas en el cielo azul, acompañando a un sol radiante y lleno de vida. Como las energías de Jongin para conquistar.

Jongin tuvo que aprender a cortejar como era debido, estaba acostumbrado a ser coqueteado y responder sinuosamente haciendo rodar por el piso a más de uno y una. Pero con Kyungsoo tuvo que tomar el libro desde la portada y leer minuciosamente.

Cada día Jongin se esfuerza por hacerse notar delante de Kyungsoo pero sólo recibe miradas frívolas y risitas sórdidas, como si Kyungsoo le estuviese preguntando con burla ¿Estás jugando conmigo? Es desesperante para Jongin verse en una situación. Más de una vez se cuestionó sus habilidades, también pensó en si se sentía realmente atraído por lo que era Kyungsoo o por cómo era capaz de rechazarle sin ápice de piedad alguna. A principio sí, era por una curiosidad de conocer a la primera persona que se atrevió a decirle No, pero luego de muchas seguidas, de conocer de lejos su rutina, de ver algunas sonrisas medianas surcar su rostro cuando se sentaba solitario en el parque y miraba a los niños corretear, Jongin resolvió que Kyungsoo despertaba en él algo más que curiosidad.

—Me gusta, de acuerdo.

Diez de la mañana, martes, Jongin tiene la cara un tanto sudada por la cantidad de valentía que ha tenido que reunir, no hay sonrisas coquetas, pero si esmero.

—¿Qué esperas que haga? —responde Kyungsoo, escondiendo sus emociones tras una nube espesa de estoicas expresiones.

Es la frase que esperaba escuchar Jongin, no porque quisiese escucharle, sino porque que así es como actúa Do Kyungsoo. Estoico, frívolo y sin sentimientos.

—Puedes al menos mirarme un segundo —pide Jongin. El es emociones fuertes y un corazón que late frenéticamente en su caja torácica—. He querido acercarme a ti, Kyungsoo.

—Ni siquiera recuerdo tu nombre, no te conozco y…

—Me llamo, Kim Jongin, podemos conocernos.

—…tampoco quiero hacerlo.

Un aire fresco peina levemente los mechones de cabello negro que caen sobre la frente de Kyungsoo, se ve gélido pero no deja de lucir hermoso. Como si lo hubiese hecho a mano, perfeccionándolo.

—¿Por qué? —pregunta, dando los últimos golpes en aquella batalla—. Kyungsoo, ¿No eres gay? está bien, podemos ser amigos y…

—No te importa si soy o no soy, yo simplemente no quiero tenerte cerca.

Jongin entiende, quizá demasiado tarde, que el problema no es porque Kyungsoo no quiera nada con nadie, el problema es él, y nunca ha habido otro.

—Oh…

—Espero que lo sepas entender.

—De acuerdo, si…yo lo siento, yo… sólo adiós.

Jongin pone sus pies en marcha, a pesar de que Kyungsoo está diciéndole unas últimas palabras. No es necesario escuchar nada más, absolutamente todo está más que claro.

 

 ***

 

Jongin es pasos muertos que transitan la facultad una semana después. Ha sido un período largo y extenuante, sobre todo porque aunque todo acabó con Kyungsoo, su mente insiste en reproducir películas de más bajo y bucle de su sonrisa.

Un poco más allá, en los pasillos, Jongin camina y una figura conocida hace alarde de presencia. Kyungsoo camina por su mismo sitio en sentido contrario y tiene los ojos negros clavados profundamente en él.

Jongin se aparta un poco, porque lo que menos quiere es que Kyungsoo le diga hasta del mal que se va a morir, como hace unos meses atrás, sin embargo Kyungsoo le sigue el caminar y adrede tropieza al Jongin.

Hay una escena en retrospectiva que se reproduce en los recuerdos de Jongin. Se ve como hace meses, y también piensa que Kyungsoo le va a gritar como hace meses, a juzgar por cómo le mira y siendo que él le tropezó a propósito.

—Lo siento, Kyungsoo yo…

—Perdón —dice Kyungsoo, y algo en aquella frase le dice a Jongin que no sólo se refiere al momento—. No me fijé por donde iba.

Jongin asiente con una sonrisa titubeando en su boca. Un silencio incómodo se instaura en el sitio y piensa que es conveniente que se retire y romper con la tensión.

Hace pasos torpes en el pasillo pero la voz de Kyungsoo, pausada y serena, lo saca de sus cavilaciones.

—¿Quieres salir a tomar aire…fresco?

Jongin es boca abierta y corazón que late frenéticamente contra su pecho porque no entiende qué está pasando y por qué Kyungsoo se está llevando en sus labios sus propias frases.

—¿Seguro?

Kyungsoo es asimétrico, es anomalía cuando sonríe y Jongin sabe que esa sonrisa es para él. Es extraño, como si nunca hubiese dicho palabra de rechazo alguna. Pero su aura denota algo distinto, algo que persigue la calidez y la inocencia y a Jongin le gusta, aunque implica dejar su orgullo herido de un lado.

Jongin tiene el pecho henchido de alegría cuando Kyungsoo responde con un Seguro a su pregunta.